Por qué solo podemos sacudir la cabeza ante el nacionalismo de izquierda…
La primera vez que viajé a Barcelona o a Bilbao me pasó algo muy raro. Mis amig@s me comentaban con orgullo: „¡soy nacionalista!“. ¿Nacionalista? En Alemania escucho este tipo de comentario de gente con la que no quiero tener nada que ver, gente contra la que me manifiesto, gente contra la que lucho, porque ell@s representan un peligro para todas las personas que no encajan en su idea de nación. En Catalunya o en Euskal Herria es otra cosa: allí hay okupas y activistas queer que reclaman mantener tradiciones folklóricas y hay antiracistas que se manifiestan por establecer un estado propio, en el cual únicamente un idioma y una cultura tendrían carácter oficial. „Liberación Nacional“ y „Autodeterminación“ es el eslogan, que no tan solo en España, sino también en muchas otras partes del mundo, es usado por personas que tal como nosotr@s quieren lograr un mundo mejor para tod@s. ¿Pero de qué trata esta nación que debe ser liberada? Y de qué o quién debe ser liberada? Por qué nosotr@s rechazamos el nacionalismo se puede leer en la introducción. Por qué estos argumentos también son válidos para el nacionalismo de izquierda, como se encuentra por ejemplo en los movimientos independentistas o de liberación nacional, de esto se trata aquí.
Un elemento fundamental del nacionalismo – tanto en la variante de derecha como también de izquierda – es la concepción de un mundo, que está compuesto de muchos pueblos y naciones diferenciadas. Aquí ya comienza el problema, porque „los pueblos“ no existen. Todas las sociedades son producto de un proceso social de cientos de años. No hay criterios objetivos para definir qué distingue un pueblo o una nación. Las tradiciones son inventadas, distintos dialectos e idiomas son unificados en una lengua oficial y se crea una supuesta cultura auténtica para lograr un sentimiento de grupo. Pueblos y naciones no existen entonces por naturaleza, sino que son creados por las personas a través de una delimitación hacia afuera y de una coerción hacia dentro. La distinción „nosotr@s“ y „ell@s“, y por eso también exclusión y discriminación, es fundamental para poder definir la nación propia. La nación como colectividad forzada no deja ni siquiera a l@s „propi@s“ tranquli@s, l@s cuales se deben que adaptar y subordinar. ¿Cómo pueden entonces nuestr@s amig@s en España y en otros lugares posicionarse a favor de la nación, y quieren protegerla y defenderla?
„Nosotr@s mism@s queremos determinar nuestras vidas“, dicen l@s nacionalistas de izquierda. Nosotr@s queremos lo mismo. Pero la buena fé en la nación nos impide lograr esto, pues la identidad nacional tiene mucho que ver con dominación. Nos cuentan que tod@s remamos para el mismo lado, que tenemos que mantenernos junt@s porque somos una nación; que nosotr@s trabajamos, ahorramos y sufrimos para el bien de tod@s. ¡Pero no es cierto!
Afirmar que la nación es para el bien de tod@s es una mentira! En realidad la idea de nación encubre las desigualdades sociales, nos conduce a ser obedientes e ir a trabajar aunque el fruto de nuestro trabajo no es del todo para nosotr@s. En el nombre de la nación se nos vende el interés de algun@s poc@s como el interés de tod@s. En lugar de reconocer las razones de la coerción y la falta de libertad, que se basan en el orden social, nos cuentan que „l@s otr@s“ son responsables de nuestra miseria. L@s de derecha dicen: son l@s extranjer@s. Mucha gente de izquierda dice: son los Estados Unidos. Otr@s dicen, „l@s judi@s“ son l@s responsables y l@s nacionalistas de izquierda dicen que es la dominación extranjera…..y así se hechan la culpa el uno al otro o la una a la otra.
„Queremos ser libres“, dicen l@s nacionalistas de izquierda. Nosotr@s queremos lo mismo. Pero la nación no nos hace libres. La demanda por „un mundo de pueblos libres“ se contrapone a un mundo de personas libres, en el cada un@ pueda ser diferente sin tener miedo. Pues quien no toma parte de ese mundo o no quiere tomar parte, quien prefiere bailar breakdance en lugar de folklore, quien prefiere hablar inglés o castellano o esperanto, se ve rápidamente excluid@. Quien se solidariza con pueblos y no con l@s individu@s, niega la solidaridad a las personas concretas, cuando éstas viven al margen de „su“ cultura, cuando no comparten la presunta voluntad colectiva del „pueblo“ o cuando son oprimid@s por „su“ pueblo por vivir o pensar de una forma diferente a la norma. La autodeterminación de los pueblos está en contra de la autodeterminación del individuo.
Quien clasifica a personas en pueblos y naciones, hace de los individuos una homogénea masa nacional, cuyos miembros están determinad@s por su lugar de origen y por el idioma que hablan. Nosotr@s al contrario valoramos a nuestr@s vecin@s, colegas y amig@s según lo que piensan y dicen y sobre todo según lo que hacen. A base de esto construimos nuestra comunidad. Quien juzga a las personas según su idioma y quien construye su propia identidad a raíz de la lengua que habla, no está hablando nuestro mismo idioma. La lengua que hablamos no debería definir nuestra identidad. Tampoco queremos proteger ninguna cultura o tradición, sólo porque ellas supuestamente son muy antiguas y auténticas. Cultura es uno de los instrumentos más poderosos para legitimar comportamientos de mierda, oprimir a las personas y marginar ideas y formas de vivir discrepantes.
Religión, violencia, la opresión de mujeres y homosexuales – todo esto es y fue parte de la „cultura nacional“. No nos hace falta la „cultura nacional“ y mucho menos la obligación de honrar y admirar la cultura de „nuestro“ país. Nosotr@s tomamos de todas las culturas del mundo lo que nos apetece. Criticamos tan agudamente historia y tradición así como la realidad actual. Por eso no entendemos nuestr@s amig@s vasc@s, que van por la calle con la Ikurriña, la bandera vasca, que fue creada hace cien años por Sabino Arana, un católico racista, que quería salvar la pureza de la „sangre vasca“ de „los judíos“ y „moros“.
„Independencia“, esa es la reivindicación más importante de l@s nacionalist@s de izquierda, de l@s independentistas. Pero: ¿qué significa? Del capitalismo global sólo se puede escapar, si también la liberación es global. Al final la demanda por „independencia“ sólo aspira a tomar parte en la rivaldad del mercado mundial sin influencia „ajena“ o „extranjera“; se quiere hacer de un trozo más grande del pastel mundial. Esto no es consecuencia de mala voluntad, sino que procede de la sociedad organizada de forma capitalista, en que los estados-naciones ocupan un papel fundamental: consistuyen el marco político del capitalismo global. Para su funcionamiento éste necesita un desarollo desigual, lo cual se explica y justifica en las „diferencias nacionales“. La creación de un estado más, entonces, ni es un acto emancipador ni anticapitalista, como los movimientos independentistas quieren hacernos creer. Todo lo contrario, cualquier estado así como la idea de nación están en contra de una vida autodeterminada.
Para nosotr@s Catalunya o Euskadi como Estado independiente sobre todo implica una frontera más, un ejercito más y otro aparato burocrático del Estado, que nos dicta cómo tenemos que vivir. Cualquier estado es un instrumento de dominación y el así llamado „derecho de autodeterminación nacional“ solamente es otro nombre para la injusticia de tiranizar, expulsar y deportar a otras personas, simplemente porque no llevan el pasaporte correcto o tengan una nacionalidad „falsa“. La historia de los movimientos de liberación nacional nos muestra que después de una „liberación“ exitosa, se restablecen las mismas estructuras contra las cuales anteriormente se han luchado. La cultura y la lengua presuntamente oprimida se convierten en la cultura y la lengua opresora. El „logro“ más importante consiste en que la discriminación, la represión estatal, la coerción y la explotación ya no se impone desde afuera contra la comunidad, sino que son aplicados, en el marco de la soberanía conquistada, desde el interior de la comunidad. ¡Qué tremendo éxito!, llegar a ser dominad@s y tiranizad@s por „l@s propi@s“ en lugar de „l@s otr@s“….
L@s independentistas dicen, todo esto sería muuuuy diferente en „su“ Estado. Pues bien, pero ¿por qué no exigen este orden social mejor para todo el mundo, en vez de solamente para ell@s y „su“ nación? ¿Dónde queda la proclama- da solidaridad? En los movimientos independentistas de izquierda la identidad política se torna en una política de identidad. En vez de la emancipación de tod@s solamente se trata de la liberación de la propia nación. Nacionalismo es contrario a la solidaridad mundial y también en su forma izquierdista siempre está, por su propia naturaleza, vinculado con exclusión y coerción. En lugar de criticar la dominación en sí, solamente se critica la dominación extranjera, es decir, cuando el poder está en manos de „l@s otr@s“. La identidad nacional no es nada rebelde ni algo a salvaguardar, sino nada más que un instrumento para mantenernos quiet@s, para hacernos una masa ciega y para desviar nuestra crítica y nuestra rabia hacia „l@s otr@s“. No queremos liberar a naciones, queremos que la gente se libere a sí misma de todo que les cohibe, oprime y que les impide vivir una buena vida autodeterminada. Eso también implica liberarse de la nación.
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La “cuestión nacional” en el movimiento obrero. La historia de un error