Cuando las abejas vuelan hacia las flores…

El por qué de una relación entre el género y el Estado
Sexo, sexo, sexo… ¿te llamé la atención? Hay gente que se está asombrando de que una revista izquierdista-radical escriba esto – claro. Y también la gente que espera un artículo arrecho está atenta. Así que ahora podemos revelar de qué se trata: tiene que ver con la pregunta de qué relación tiene el estado con el género, y también trata del feminismo. ¿Feminismo? Esperen, ¿no es ése el cuento viejo de mujeres desnudas locas de los 60? ¿Por qué empezar de nuevo con eso?

Una vieja relación amorosa…
Porque sí. Cuando se trata de dichos estúpidos y ligues, de formas machistas de hablar en el colegio, en el trabajo, entre amigos o en el grupo antifascista… el sexismo todavía forma parte de la vida diaria. Se trata de uniones entre hombres, en las estructuras de la universidad y en la economía, los que evitan que las mujeres lleguen a posiciones de mejor pago; se trata de profesores de física que todavía creen que las chicas no pueden pensar de manera tan lógica como los chicos (que de nuevo produce comportamiento inse- guro y callado) y se trata de violencia verbal y física contra dos mujeres que se besan en la calle o aquellas que tal vez no entran a la imagen típi- ca de cómo tiene que ser “una mujer verdadera”.
Los papeles tradicionales, los cuales nosotr@s también reproducimos diariamente en forma de ideas y comentarios, no son nuevos. Ideas de cómo deben ser chicas y chicos, hombres y mujeres, mantienen su efecto desde hace ya muchos siglos. Con el desarrollo del capitalismo en el siglo XIX, se formó una división relativamente clara entre la tarea doméstica y el trabajo asalariado en fábricas y minas de carbón. Se establecieron “características de sexo”, basadas en los antiguos papeles tradicionales. A partir de allí parecía muy natural que la mujer se queda en casa, cuidando el hogar y l@s niñ@s, limpiando, cocinando, consolando a la familia y en general siendo responsable del trabajo emocional… En resumen su papel era el de apoyar a la reproducción del hombre, para que éste pudiera salir el día siguiente a trabajar nuevamente como un burro.
Aunque desde entonces hayan cambiado las estructuras familiares, esa perspectiva se mantiene hoy en día. El 90% de las familias monoparentales son madres solteras. También en el trabajo asalariado generalmente son mujeres que cuidan a niñ@s, enferm@s y ancian@s – todos aquellos trabajos que de promedio están muy mal pagados.

Quien está acostado abajo, tiene que cocinar
Sin embargo dices: “¡Ya se ha mejorado mucho la situación de la mujer en países occidentales!”. Te refieres a que las mujeres mismas se preocuparon por mejorar su situación actual: derecho al voto, revolución sexual, y estudios están considerados hoy en día como algo natural. No queremos negar que se ha cambiado mucho durante el último siglo, y especialmente desde los años sesenta con el movimiento feminista (del cual much@s se burlan) que destrozó el rol tradicional aburguesado de ama de casa. Al final las luchas también se convirtieron en leyes: en Alemania las mujeres pueden votar oficialmente desde 1918, comparado con Suiza, donde tardó hasta 1971. Nuestras abuelas o madres todavía tenían que pedir permiso a su esposo para firmar un contrato de trabajo, desde 1977 existe también para la mujer el derecho a la elección del puesto de trabajo. Desde 1979 el padre ya no tiene la última palabra en cuestiones de educación. La violación en el matrimonio son penables desde 1997 (pero hasta el año 2004 sólo se procesaba con la solicitud de la mujer), y así suma y sigue. Casi se podría pensar que el Estado es el feminista más grande de tod@s. Probablemente que a muchos padres no les gustaría aprender a cambiar los pañales, si no existiera el apoyo económico. Después de todo las familias reciben ésa prestación solo por más tiempo, si tanto el padre como la madre hacen una pausa en su trabajo para poder cuidar a su(s) niñ@(s). Y desde hace poco existe la ley contra la discriminación en el trabajo que le hace posible a la mujer llevar discriminaciones a juicio.
Hasta este punto todo suena bien, pero en este artículo queremos mostrar que en general existen razones precisas para la intervención del Estado en las cuestiones de género. Éstas no tratan de luchar en contra del sexismo, sino persiguen, directa o indirectamente, intereses económicos. Se podría argumentar que no importa, mientras sucedan las cosas correctas. Solo que se trata de una falacia, porque primero uno ya se puede dar cuenta que las leyes no tratan de la emancipación, y segundo: quien se pone la emancipación como meta respecto a las relaciones de género, inevitablemente será limitado tarde o temprano si se confía en el Estado. Y justo eso es lo que no queremos, no queremos recibir las mismas condiciones sexistas, la misma mierda de siempre ligeramente reformada y disfrazada.

El cuento de la cigüeña…
Ante todo los estados tienen un precisa tarea: preocuparse de que el capitalismo funcione sin dificultades en el territorio nacional. Solo entonces tienen la oportunidad de mantener una buena posición contra los otros estados en el mercado mundial. Para eso también se necesita una población, que esté más o menos contenta y que no se rebele tan fácilmente. Cualquier movimiento de emancipación está visto por el Estado desde esa base. Esfuerzos y demandas reformistas que no se opongan a sus intereses pueden ser aceptadas, las que van en contra deben ser ignoradas o combatidas. Este fue el caso del movimiento feminista. Los estados modernos industriales no se pueden permitir perder la mitad de la población como mano de obra, lo que significa que los roles tradicionales e imágenes sexistas pueden implicar también para el estado un obstáculo. Eso explica por qué surgieron los “mejoramientos”.
Pero eso no cambia en nada el interés estatal por la política familiar y poblacional, o sea el interés en el cuerpo “femenino”, la regulación de los nacimientos, la crianza de niñ@s, y quién va a la cama con quién. De todos modos se trata de ciudadan@s futur@s, y con ello de mano de obra futura. En el artículo 6 de la ley constitucional de Alemania se dice: “Matrimonio y familia disfrutarán de la protección particular del orden estatal”. Así es, ahí lo tenemos escrito, la familia sigue siendo una unidad muy importante en la sociedad. Otr@s dicen que es “el gameto del estado”, qué asco. Pero no padres y madres cualquieras deben formar ese “gameto”, del subsidio parental se benefician principalmente las personas con mayores ingresos, que normalmente tienen una educación “mejor”, y esa es la idea antigua. En el día del/a empleador@, 2006 la canciller federal Merkel dijo: “hoy tenemos el problema de que el 40% de l@s academic@s no tienen niñ@s (….). Esa es una situación que un país tan desarrollado, no puede darse.” De esa manera funciona política de población dentro del estilo moderno.

¿Azul o rosado?
Al mismo tiempo el Estado cimienta un reglamento de dos géneros y no deja válido a ningún otro de por medio. Por todo lado tropezamos con muestras y normas a las cuales nos tenemos que ajustar -“…pórtate como una dama, muestra que eres un hombre de verdad…”-. Personas que no se sienten ni como el uno ni como la otra, l@s que simplemente no quieren obedecer ningún rol de género prevaleciente, vuelven a ser l@s marginad@s en el colegio, el gimnasio, el trabajo o en el parche. Y el Estado ayuda, porque la cédula de identidad tiene que marcar el sexo femenino o masculino. Personas intersexuales, las cuales nacen con sexo no definido, están operad@s nada más nacer para reconstituir la llamada claridad.
Lo que queremos mostrar es que durante la historia se ha cambiado mucho, también en lobueno. Claro que nadie quiere que ese desarrollo retroceda, pero igualmente no debemos hacernos ilusiones. Ese tipo de reformas, por cuales además se ha luchado mucho, simplemente representan una ampliación de las normas capitalistas. Significa que todo se queda más o menos como es, el capitalismo no se hace mejor sólo porque el matrimonio homosexual está legalizado, porque existe la píldora, o porque pagan más subsidios por hij@s. El capitalismo simplemente se adapta a nuevas condiciones con la finalidad de que siga funcionando el horror día tras día.
Pero no sólo quiero tener el permiso de poder trabajar tanto como un hombre, o mejor dicho competir con ellos por un puesto de trabajo. Tampoco tengo ganas de ser una máquina de parición para nuev@s aleman@s. Emancipación e igualdad significan más que el derecho a ser igualmente explotad@s. Además no todas las mujeres se benefician de la igualdad, sino solo las alemanas: migrantes sin pasaporte alemán aún no son iguales delante de la ley. Solamente con la acogida de la familia nacional y la aceptación de sus reglamentos estatales se puede esperar un trato igual. Eso puede mejorar la situación actual de mucha gente, pero la igualdad tampoco es verdadera para l@s que participan. Una emancipación que necesita un estado y una nación no es una emancipación verdadera. Eso significa que al lado de las luchas diarias contra el sexismo, también se tiene que luchar por una sociedad sin capitalismo y naciones- y al revés.

Y si alguien se interesa que hago en la cama, le cuento: ¡la revolución es mi novia!

Para seguir leyendo:

IHU On-Line

www.genderremixer.com

Nancy Fraser: 
El feminismo, el capitalismo y la astucia de la historia. In: New Left Review