¿Porqué una revista antinacional internacional?
La revista Calles de Azúcar („Straßen aus Zucker“) se ha publicado hasta ahora solo en alemán. Fue fundada en 2009 en Berlín como proyecto periodístico juvenil como reacción a las exaltaciones nacionalistas alemanas coincidiendo con el mundial de fútbol. A causa de las muchas reacciones positivas se ha convertido en una revista regular. Consta ya con nueve ediciones, la última con más de 180.000 ejemplares, leídas en todas las regiones de Alemania. Calles de Azúcar trata temas como la crítica al cotidiano, la crítica al capitalismo, al nacionalismo y a la religión, así como artículos sobre amor, relaciones de géneros y sexualidad. Intentamos mantener los textos comprensibles para el público general. Ya hay demasiados textos de izquierda que intimidan y hacen sentir pequeñas a las personas.
Si escribimos en alemán, se pierde un punto muy importante en el camino: el intercambio internacional. Siempre nos sorprende que las discusiones de la izquierda estén tan fuertemente concentradas y separadas por áreas idiomáticas. Nos parece que sólo tenemos una vaga idea sobre debates en las izquierdas de otras regiones del mundo. Y si vamos, por ejemplo, a Latinoamérica o a Estados Unidos nos vemos a veces confrontad@s con extrañas ideas de lo que supuestamente está pasando en la izquierda germanohablante. Pero, como se necesita un montón de gente en muchas partes del mundo para poder cambiarlo, queremos comunicarnos y entendernos. Por eso ahora, por fin, una edición internacional en castellano. Ediciones en otros idiomas están planeadas. Queremos discutir y conectarnos. Queremos debatir más allá de las fronteras idiomáticas (y, por supuesto, más allá de las fronteras nacionales). Esta edición contiene temas que nos preocupan y que son de gran importancia para nosotr@s. Si quieres participar en la discusión, nos puedes escribir: saz@riseup.net
Con tu permiso, publicaremos las cartas y el diálogo que surja de ellas en la página web.
Este deseo de intercambio y discusión se basa en dos principios que queremos explicar a continuación: un movimiento que representa nuestros intereses y deseos tiene que ser (entre muchas otras cosas) antinacional e internacionalista.
¿Por qué antinacional?
La respuesta más frecuente que oímos al declararnos antinacionales es que éste también es “nuestro país”. Es cierto que la mayoría de la gente viviendo en un país tiene documentos oficiales o el pasaporte de ese mismo país. Eso significa que tienen el permiso oficial para vivir y trabajar en él. Si no encuentran trabajo, una instancia gubernamental de ese mismo país les molesta, les fuerza a encontrar un trabajo o les criminaliza. Es „su propio país“ el cual les ofrece un mundo lleno de situaciones competitivas, en el cual las escuelas y guarderías educan y enseñan (que un@ tiene que esforzarse para encajar en la sociedad). Todo esto se debe a que el Estado quiere y tiene que imponerse frente a otras naciones y el bienestar de un@, desgraciadamente, depende del éxito que „su“ país tenga en el mercado internacional. Y si éste decide que alguna otra nación es el “enemigo” actual y los soldados profesionales no son suficientes, un@ mism@ es enviado a disparar a alguien o a ser disparad@… Qué cosa más chévere.
Para la gente que no tiene pasaporte del país en el que vive, el concepto de nación es mucho más violento. Ell@s tienen que protegerse por una parte del racismo de la sociedad y por otra parte del acoso estatal. Con lo anteriormente expuesto, un@ se da cuenta de que para nosotr@s el problema no es un nacionalismo o patriotismo (que nosotr@s entendemos como lo mismo), o que l@s que ostentan el poder no sean l@s adecuad@s. El problema es más profundo. Por eso nos definimos, no solamente como antinacionalistas (con eso hasta algun@s liberales podrían estar de acuerdo), sino como antinacionales. La nación y el amor por ella son mortales.
El régimen que me domina se hace llamar Alemania. Para la gente en Argentina se llama Argentina y en Rusia es llamada Россия. Un ejemplo puede mostrarlo mejor: durante la Eurocopa en 2012 algun@s desearon que Grecia ganara “porque el país, sumido en crisis, necesitaba esperanza y alegría”. Esto es una muestra de la capacidad aglutinadora del nacionalismo: las tensiones sociales deben olvidarse al ritmo de la música; las personas sin techo deben – aunque no tengan comida – por lo menos tener motivos para alegrarse y estar orgullos@s de su país. Pero ese orgullo impide un cambio real de las relaciones de poder que producen el hambre y la indigencia. Mucha gente en Grecia tampoco se preocupa ya por el éxito nacional. Porque saben que así no mejoran sus condiciones de vida. Estas personas empiezan a tomar las riendas de su vida de forma colectiva, dentro de los límites posibles. Igual como lo hicieron algunos hace un par de años en Argentina.
Yo tampoco aspiro al crecimiento del Producto Interior Bruto. En cualquier caso, tampoco voy a recibir nada de eso. E incluso la gente que se beneficiaría de ello estaría al fin y al cabo mejor en una sociedad diferente, organizada racionalmente. Rechazo el discurso proteccionista según el cual debemos apretarnos cada vez más el cinturón para garantizar la competividad de la economía nacional en el mercado internacional.
También rechazo los discursos liberales según los cuales un@ debe estar orgullos@ de la Constitución o de las leyes sociales de “su” estado. El simple hecho de no poder elegir cual Constitución del mundo me gusta más y poder hacerme entonces ciudadan@ de allí, deja al descubierto que la idea de “nación” como garante del bienestar es una falacia. Me niego a la exaltación de “mi” equipo nacional. El nombre de mi nación, sólo grito en memoria de sus víctimas. Con los colores de la bandera nacional arreglo una combinación de colores llena de esperanza (al cortar la línea amarilla de la bandera alemana resulta una bandera rojinegra), o sencillamente la bandera me da igual. No necesito una nación, necesito amig@s.
Quiero buenas condiciones de vida para tod@s y quiero que decidamos junt@s qué significan buenas condiciones de vida. Que no nos diga ninguna institución gubernamental o parlamento (cuyos miembros pueden permitirse un tipo de vida totalmente diferente) ni tampoco las condiciones coercitivas, que como tal sólo existen en el capitalismo, que los sueldos, los subsidios o la asistencia social para inmigrantes son más que suficientes.
¿Por qué internacionalista?
Como internacionalismo entendemos el intento de romper fronteras nacionales. Por eso nos da dolor de cabeza la idea de internacionalismo que prima en algunos círculos de izquierda, si internacionalismo significa apoyo automático a cualquier movimiento de resistencia en cualquier parte del mundo. Nosotr@s no nos solidarizamos con todas las personas que se rebelan, sino que primero preguntamos por sus razones. La lógica según la cual el/la enemig@ de nuestr@ enemig@ es automáticamente nuestr@ amig@ no nos convence. Nuestra solidaridad depende de objetivos emancipadores, los cuales defendemos con argumentos. Criticamos a l@s que toleran el racismo y el antisemitismo, l@s que rechazan a homosexuales o transexuales. Criticamos a l@s que reproducen comportamienos marciales apoyando así la dominación patriarcal. L@s que esperan disciplina de partido o buscan héroes del trabajo, en lugar de reducir el trabajo. No tenemos nada en común con las personas cuya crítica del capitalismo se reduce únicamente a responsabilizar a l@s banquer@s de forma personal, ni tenemos nada en común con l@s que quieren mantener la pureza imaginaria de los pueblos y critican la dominación solamente porque está ejercida por gente que no viene de la misma nación sino de otra (“dominación extranjera”). No importa si están en contra del mismo poder que nosotr@s estamos criticando. No queremos tener éxito a cualquier precio, sino éxito en lo que verdaderamente queremos y deseamos políticamente. L@s que olvidan todo por lo que luchan, sólo para ser más, nos dejan perplej@s.
Pero entonces, ¿qué entendemos nosotr@s por internacionalismo? Actualmente la gente se divide entre “naciones” y “pueblos”. Nuestra meta es que tod@s vean que esa separación impide que la gente por fin se una. Sólo existe una humanidad. El amor a la nación “propia”, sea por la razón que sea, es exactamente lo contrario a la solidaridad política entre personas a la que nosotr@s aspiramos. Patriotismo y solidaridad internacionalista se excluyen entre si. L@s patriotas se convierten a largo plazo siempre en nuestr@s enemig@s, porque su meta final nunca será la liberación de la humanidad.
Con eso ya se explica por qué somos internacionalistas. ¿Por qué confinar nuestra reflexión dentro de las fronteras de las naciones a las cuales nos oponemos, cuando nos sentimos mucho más carcan@s a una feminista en Benín que a un racista de Berlín?
Por otro lado, el capitalismo está constituido como sistema mundial. Es imposible construir el comunismo antiautoritario, en el que por fin se produzca según las necesidades, unicamente dentro de un sólo país. Inmediatamente se tendría en contra a los ejércitos del mundo, siempre preparados para reprimir sangrientamente cualquier intento de establecer un marco político que posibilite una vida mejor para tod@s. Además, ya que la economía mundial está basada en la división del trabajo, un@ tendría que aceptar criterios capitalistas de mercado y competitividad para abastecerse de bienes que no se pueden encontrar ni cultivar en la región propia, lo que condicionaría enormemente la economía propia orientada según la necesidad. Por eso tenemos que empezar desde ya a establecer vínculos y organizarnos internacionalmente en tiempos en los que la revolución aún no es factible, como un paso previo a ésta. En tiempos en los que somos sólo una pequeña minoría radical, queremos construir estructuras que funcionen más allá de límites idiomáticos. Estructuras, en las que se puedan poner a prueba formas de organización, para que una vez alcanzado un contexto revolucionario, podamos discutir al margen de jerarquías sobre una sociedad liberada. Porque queremos que nunca jamás nadie siga a nadie y porque creemos que este tipo de comunicación libre de jerarquías debe ser aún aprendida y practicada. ¿Cómo podemos romper con la jerarquía del conocimiento? ¿Cómo garantizar que no sólo hablen los mayores y los hombres? Pero también: ¿cómo escribir textos de forma conjunta y que tod@s puedan entender sin simplificar el contenido?,
¿qué formas de organización son adecuadas y útiles para ello? ¡Nosotr@s queremos intentarlo!
Si tú también quieres, escríbenos. ¿Conoces grupos que tienen el mismo proyecto? Entonces ayúdanos a conseguir su contacto. Si quieres repartir esta revista escríbenos y te la mandamos gratis (puede demorarse depende si hay plata). Pero ahora: diviértanse leyendo. Y si estás en desacuerdo con algún artículo y quieres criticarnos, ¡no dudes en escribirnos!
Para seguir leyendo:
Anderson, Benedict (1993):
Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. México: Fondo de Cultura Económica.
Sinal de Menos São Paulo [www.sinaldemenos.org]
Etcetera Barcelona [www.sindominio.net/etceterantinational]